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Narciso Mendoza (1800 - 1888), conocido como el Niño Artillero, fue un niño militar insurgente que participó en la guerra de la independencia de México como parte del batallón Infantil que creó José María Morelos y Pavón luego de que la insurgencia ocupó Cuautla de Amilpas en diciembre de 1811. Esta tropa infantil se conoce con el nombre de Los Emulantes y estuvo a cargo de Juan Nepomuceno Almonte, hijo biológico de José María Morelos y Pavón.
Narciso Mendoza nació en la Villa de Cuautla, Morelos en el año de 1800, aunque se desconoce la fecha exacta. Cuando ocurrió el sitio de Cuautla, Mendoza tenía doce años. En aquel asedio, los realistas tomaron la ciudad e incendiaron la población. Cuando el ejército de Félix María Calleja estaba por tomar el barrio de San Diego, fueron sorprendidos por Narciso Mendoza, quien cargó el cañón y lo disparó. Esto motivó la huida de los españoles y el regreso de los generales Galeana y Matamoros a la población.
Narciso Mendoza pasó a formar parte del ejército de Morelos. Posteriormente al consolidarse la República, en el Ejército Mexicano alcanzó el grado de teniente coronel, pero luego fue desterrado a Centroamérica. A punto de morir volvió a Cuautla, donde murió el 27 de febrero de 1888.
La razón por la que fue desterrado probablemente se debió a que luchó a favor del segundo imperio apoyando a su amigo, Juan Nepomuceno Almonte.
Carlos María de Bustamante (Cuadro Histórico de la Revolución de la América Mexicana) recogió así el hecho: “Esta voz falsa de alarma produjo también funestos efectos en otros puntos, pues afectados de pavor sus defensores abandonaron la artillería, y la plazuela de San Diego casi quedó escueta; sólo se vio en ella a un muchacho de doce años llamado Narciso: vínose sobre éste un dragón que le tiró un sablazo y le hirió un brazo; no tuvo este niño más efugio que afianzarse con una mano de un palo de la misma batería y con la otra tomar la mecha que estaba clavada en el suelo, dio casi maquinalmente fuego al cañón, que disparado en el momento más oportuno mató al dragón que le acababa de herir y contuvo al enemigo que avanzaba rápidamente. Con tan fausto e inesperado suceso, volvió a su puesto Galeana, y quedó restablecido el orden. Después de la acción, Morelos hizo que le llevasen a aquel jovencito, a quien asignó una pensión de cuatro reales diarios, que percibió hasta que se evacuó la plaza."[1]